– Cuenta la leyenda que en una pequeña aldea situada en un remoto punto del desierto del Sahara, convivían en paz y armonia los pocos habitantes que la sustentaban….
La aldea, que se llamaba » Tierra de Todos», gozaba de pequeñas comunidades bien organizadas que procuraban la vida de todos sus habitantes. Así pues se podía ver a Mohamed y a sus cuatro hijos encargarse de coger agua del pozo más cercano; Ibrahim y su familia cosian y remendaban los zapatos de toda la comunidad; Omar también acompañado por los suyos era el responsable de cuidar el pastoreo….No había familia en la aldea que no tuviera una función
asignada. Funciones que se llevaban a cabo por y para la comunidad y siempre en consenso.
Así fueron pasando las lunas, y las generaciones venideras se engranaban a esa máquina social que allí se daba, donde no existía el dinero ni las pretensiones de conseguirlo.
Pero una noche que la luna estaba más grande de lo normal y que las bestias carroñeras enmudecieron su particular sonido, nació en «Tierra de Todos» la pequeña Fátima.
Fátima ocupó el quinto puesto de la dinastía de Yufuz y Yaiza, familia encargada de hacer emplastes para curar los avateres del frío, las fiebres y los dolores. Su nacimiento fue celebrado como solían hacer siempre sus habitantes cuando «Tierra de Todos» daba la bienvenida a un nuevo ser. Se comía, se bailaba y se brindaba con lo poco o mucho que en ese momento hubiera.
Fátima entendió a muy temprana edad cual sería su misión dentro de la aldea. Aprendió los beneficios que se le podían dar a la arena, a la savia de los cactus, a limpiar una herida para que la infección no llegara a la sangre.Con el paso del tiempo se convirtió en una enfermera dentro de su aldea muy prestigiosa.
Una tarde se encontraba trabajando en un ungüento, y miró a la lejanía las montañas. Sabía que detrás de aquella gigantesca masa de arena y roca se encontraba una ciudad grande, con muchos más habitantes de las que ella era capaz de imaginar. Había oído que entre esa gente se daban personas que sanaban, como hacia ella y los suyos, con grandes conocimientos de anatomía. Su querida aldea se le hizo entonces pequeña, quería recorrer otras andanzas porque se sentía preparada para ello. Lo complicado sería marchar con el beneplácito de » Tierra de Todos».
La joven estuvo dos jornadas meditando su idea de partir a la gran ciudad, y con angustia primera convocó a su familia y vecinos al atardecer…
Nadie podía entender las ganas de Fátima; incluso hubo quienes le reprocharon que estaba abandonando sus raíces y el cometido que Dios tenía para ella..
Ella con paciencia escuchó todo tipo de consejos y represalias. Vio la bendición en la cara de unos y el desprecio en otros, y como si de un canto se tratara, de su boca salió:
«Gracias a la tierra primera
por darme sustento;
Gracias a vuestras montañas
que brindaron mi primer aliento.
Formáis parte de mi vida y
como tal os sigo queriendo..
Gracias por nuestro amor y
por nuestros desencuentros,
tan esenciales para mí, gracias,
gracias a todos ellos.
Esto no es una canción de despedida, es tan solo un reencuentro. ..
Es hora de marchar, así me
lo pide el cuerpo.
Me llevo lo mío y lo que no
quiero lo dejo.
Gracias, mil veces gracias..
Os llevaré con todo el respeto»
Fátima llegó a la gran ciudad, se esforzó en aprender rodeándose de los mejores y así dejó de sentir su universo menos apretado y dió libertad a su sentido de vivir…
Esta no es una historia fácil, y está llena de tintes amargos pero desenlaza feliz, porque una vez más la vocación, las ganas de crecer, la preparación y rodearte de gente que te ayude…gana la partida al dejar las cosas tal cuál son…
Desde mi papeleo.com vemos las dificultades del camino como pasos necesarios que hay que dar para llegar al éxito.
Leave a Reply